Corrupción y poder: Una mirada estructural desde la izquierda

La corrupción en España revela la sumisión del poder político al económico, exigiendo un enfoque en las grandes empresas y su impunidad.
Pedro Sánchez en rueda de prensa sobre corrupción en el PSOE Pedro Sánchez en rueda de prensa sobre corrupción en el PSOE

El Escándalo de Corrupción Sacude los Cimientos del Gobierno Español

España se enfrenta una vez más a una serie de casos de corrupción que ponen en jaque la credibilidad de sus instituciones. Los recientes episodios giran en torno a figuras como José Luis Ábalos, Koldo García y Santos Cerdán, exsecretarios de organización del PSOE, uno de ellos también exministro de Transportes, y un asesor polivalente, respectivamente.

Estos individuos están siendo investigados por su presunta participación en una trama de corrupción que involucraría a grandes corporaciones, como Acciona. Las revelaciones de la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil y las grabaciones filtradas a los medios de comunicación han desatado una ola de indignación pública y prometen un verano informativo lleno de sorpresas y nuevos giros en la investigación.

Los delitos bajo escrutinio incluyen el cobro de comisiones ilegales, amaños en concursos públicos, cohecho, contratación a dedo a cambio de sobornos, fraude fiscal, falsedad documental, tráfico de influencias y blanqueo de capitales. Además, las conversaciones filtradas exponen conductas moralmente cuestionables, como el presunto pago por servicios sexuales, lo que agrava la percepción pública de los implicados, especialmente aquellos que, como Ábalos, se autodeclaraban feministas.

Si bien el alcance total de esta red de corrupción sigue siendo incierto, las consecuencias políticas se perfilan como devastadoras. El escándalo no solo afecta la imagen del PSOE, del presidente Pedro Sánchez y del actual Gobierno de coalición, sino que representa un golpe directo a la credibilidad del régimen político de 1978, ya afectado por múltiples crisis sin resolver. La continuidad del Ejecutivo y de la legislatura están ahora más que nunca en tela de juicio, mientras el PP intenta capitalizar la situación exigiendo elecciones anticipadas, emulando la estrategia de Aznar en los años 90.

La Corrupción como Vicio Estructural y la Ética de la Izquierda

En medio de la abrumadora información, una constante emerge: mientras los nombres y los partidos de los corruptos cambian, las prácticas y los corruptores persisten. Esta realidad subraya la necesidad de una visión estructural que trascienda las responsabilidades individuales y partidistas. Para que exista corrupción, es indispensable la figura del corruptor y la sumisión del poder político al económico, una dinámica a menudo ignorada. Es imperativo, por tanto, dirigir el foco hacia esas grandes empresas que rarely se señalan, cuyos directivos suelen eludir la justicia y continúan empleando las mismas tácticas para asegurar contratos, a pesar de las supuestas medidas internas para erradicar tales prácticas.

La recurrencia de la corrupción en España evoca paralelismos con la Restauración borbónica del siglo XIX, un periodo caracterizado por un sistema de partidos y una monarquía corruptos que garantizaban la estabilidad mediante un bipartidismo que disfrazaba la verdadera democracia. La situación actual, con el rey emérito Juan Carlos I implicado en casos de presunta corrupción y viviendo en Abu Dabi debido a su inviolabilidad constitucional, refuerza estas comparaciones históricas.

La corrupción se interpreta a menudo como una consecuencia de las deficiencias en la construcción del Estado moderno español, arraigadas en relaciones clientelares y tradiciones caciquiles. Esta visión, que postula la corrupción como una fatalidad histórica o incluso antropológica, se alinea con la justificación de Pedro Sánchez de que «la corrupción cero no existe». Sin embargo, Gabriel Rufián, portavoz de ERC, contrapone esta idea con una afirmación contundente: «La izquierda no puede robar».

Esta declaración subraya una premisa ética fundamental para la izquierda: la priorización del bienestar colectivo y la lucha por la igualdad humana. Proyectos políticos genuinamente de izquierda se distinguen por una ética inquebrantable, denunciando la corrupción y buscando establecer un marco legal y social diferente. Históricamente, los poderes económicos han conspirado con otros poderes fácticos para abortar proyectos democratizadores. La experiencia de fuerzas como Unidas Podemos y diversas candidaturas municipalistas tras el 15-M, que buscaron transformar el sistema, demuestra cómo fueron marginadas y atacadas por quienes hoy, hipócritamente, condenan la corrupción ajena.

La presión y el acoso político, mediático y judicial, sufridos por líderes de Podemos y ayuntamientos como el de Barcelona liderado por Ada Colau, evidencian la resistencia del statu quo a una auténtica regeneración. En este contexto, una verdadera regeneración democrática solo puede ser llevada a cabo por aquellos que rechazan la moral capitalista dominante y no se venden al dinero o al lucro a expensas de otros. La corrupción, por lo tanto, no es un inevitable «pecado» individual ni una fatalidad histórica, sino una construcción social que puede ser transformada a través de la conciencia y la acción colectiva.

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