Perspectivas mixtas para la economía de Oriente Medio y el Norte de África
Banco Mundial MENAAP
El Banco Mundial ha revisado al alza su previsión de crecimiento para la región que abarca Oriente Medio, Norte de África, Afganistán y Pakistán (MENAAP) en 2025, estimando un avance promedio del 2,8%, frente al 2,6% previsto en abril.
Según el informe publicado este martes en Washington, la mejora se debe principalmente a la recuperación de las economías del Golfo, impulsada por la eliminación más rápida de los recortes en la producción de petróleo y por el dinamismo del sector no petrolero.
Además, los países importadores de crudo también muestran una evolución positiva, gracias al aumento del consumo privado, la inversión y la recuperación de sectores como la agricultura y el turismo. Estos factores refuerzan la resiliencia económica de una región tradicionalmente marcada por la volatilidad energética.
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Irán y Libia, los más afectados por recortes y conflictos
A pesar del panorama optimista general, el Banco Mundial advirtió sobre una fuerte desaceleración en los exportadores de petróleo en desarrollo, particularmente Irán y Libia, debido a la reducción de la producción y el impacto de los conflictos.
El informe proyecta que la economía iraní se contraerá un 1,7% en 2025 y caerá un 2,8% en 2026, en contraste con la expansión del 0,7% prevista en el informe anterior. Este retroceso refleja la disminución tanto de las exportaciones de crudo como de la actividad no petrolera, afectadas por las sanciones internacionales y la reimposición de medidas de la ONU tras el conflicto ocurrido en junio.
El texto señala que el restablecimiento del embargo de armas y otras sanciones sobre Irán en septiembre, a raíz de su programa nuclear, agrava la situación. Estas restricciones se suman a los recientes ataques israelíes y estadounidenses contra instalaciones nucleares iraníes, lo que ha intensificado las tensiones diplomáticas y comerciales.
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Inestabilidad regional y efectos colaterales
Más allá de Irán, la región sigue marcada por la inestabilidad política y humanitaria en países como Siria, Yemen, Líbano, Afganistán y Palestina, donde los conflictos han generado desplazamientos masivos, crisis alimentarias y un deterioro generalizado de las condiciones socioeconómicas.
El Banco Mundial advierte que los países vecinos también sufren efectos colaterales negativos, como el aumento de los flujos de refugiados, la inseguridad y las disrupciones comerciales. Por esta razón, el organismo subraya la necesidad de reforzar la cooperación internacional y la inversión en sectores no energéticos para garantizar una recuperación sostenible.
En este contexto, la institución propone priorizar la diversificación económica, el fortalecimiento del mercado laboral y la mejora de la infraestructura digital, como claves para mitigar los riesgos derivados de los conflictos prolongados y las sanciones.