Nobel de Economía 2025 premia la innovación como motor del progreso

Joel Mokyr, Philippe Aghion y Peter Howitt son reconocidos por explicar cómo el conocimiento impulsa el crecimiento económico a largo plazo.
Ganadores del Nobel de Economía 2025 por innovación y crecimiento Ganadores del Nobel de Economía 2025 por innovación y crecimiento

La economía del conocimiento: una lección para el futuro

Nobel de Economía 2025

El Premio Nobel de Economía 2025 no ha recaído en quienes buscan soluciones inmediatas, sino en quienes han cartografiado el progreso mismo. Joel Mokyr, Philippe Aghion y Peter Howitt han sido distinguidos por demostrar, con rigor histórico y matemático, cómo la innovación sostiene el crecimiento económico a lo largo del tiempo.

La Academia Sueca ha premiado una idea más que una fórmula: el conocimiento, cuando se comparte y se cuestiona, se convierte en el motor esencial del bienestar.

Mokyr, historiador económico con visión científica, ha subrayado durante décadas que el milagro del crecimiento no fue casual. Surgió con la Ilustración, cuando la curiosidad se institucionalizó y las sociedades comenzaron a preguntar cómo y por qué funcionaban las cosas. La Revolución Industrial, en su lectura, fue consecuencia de esa libertad intelectual, no su causa.

La destrucción creativa y sus límites

Aghion y Howitt extendieron el legado de Joseph Schumpeter, transformando su concepto de “destrucción creativa” en una teoría formal. Cada innovación implica el fin de algo anterior; las nuevas ideas sustituyen a las viejas, y así el sistema se renueva. Pero cuando una economía se blinda ante el cambio o permite monopolios, la innovación se estanca.

En tiempos de inteligencia artificial y concentración digital, su mensaje adquiere una fuerza renovada. Aghion ha advertido que la libertad para innovar depende de la competencia abierta: “La creatividad muere cuando los mercados impiden la entrada de nuevos actores”.

Este principio resuena con los debates actuales sobre las grandes corporaciones tecnológicas y el equilibrio entre libertad económica y regulación digital. (ver también: competitividad tecnológica y libertad de innovación).

Europa, China y el reto de innovar

El fallo del Nobel también tiene implicaciones geopolíticas. Aghion ha señalado el retraso tecnológico europeo frente a Estados Unidos, atribuido a políticas excesivamente rígidas y al enfoque fiscal por encima del científico. En el caso de China, destaca su capacidad de imitación tecnológica, pero advierte que sin pensamiento crítico, no existe innovación genuina.

La falta de libertad intelectual se convierte, según el economista, en una barrera invisible para el progreso. Por esta razón, el Nobel de 2025 puede leerse también como una defensa de la libertad académica y del pensamiento crítico como pilares del desarrollo económico sostenible.

Innovación verde y crecimiento sostenible

Más allá de la teoría, el reconocimiento llega en un momento en que la idea misma de crecimiento está en disputa. Los defensores del decrecimiento invocan los límites ecológicos del planeta, mientras otros, como los galardonados, apuestan por la innovación verde.

La tecnología puede ser destructiva o regeneradora. Desde el coche eléctrico hasta las energías renovables, la clave —afirman— está en dirigir la destrucción creativa hacia la sostenibilidad. La innovación, por tanto, no es un lujo, sino una necesidad civilizatoria.

La Academia Sueca advierte: el crecimiento sostenido no puede darse por sentado. La concentración económica, las restricciones a la libertad académica y la desigualdad en el acceso al conocimiento amenazan la maquinaria del progreso.

Una llamada a reinventarse

El Nobel de Economía de 2025 no solo celebra a tres académicos brillantes. Reivindica una verdad incómoda: el futuro pertenece a las sociedades que no temen reinventarse.
Si dejamos de crear, no solo se detiene el crecimiento. Se apaga también la luz que guía nuestro avance colectivo.

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