El impacto del calentamiento global
La ola de calor que azota España no es un fenómeno aislado. Según el análisis de Climate Central, el cambio climático ha hecho hasta cinco veces más probable este episodio de temperaturas extremas. Junio de 2025 se ha convertido en el mes más cálido jamás registrado, con máximas que superan en 15°C los valores habituales en 49 provincias. Más de 100 estaciones meteorológicas han marcado 40°C o más, y localidades como El Granado (Huelva) han alcanzado los 46°C, un récord histórico para junio.
Además, las noches no ofrecen tregua. En Gran Canaria, el termómetro no bajó de 30°C, mientras que en Cáceres y Cádiz las mínimas rondaron los 26°C. Este escenario refleja un patrón claro: el aumento de noches tropicales y tórridas, que agravan los riesgos para la salud y los ecosistemas.
Récords históricos y consecuencias sociales
El climatólogo Zachary Labe subraya que estas temperaturas son «excepcionalmente más probables debido al cambio climático». Los efectos son palpables: muertes relacionadas con el calor, como la de una trabajadora en Barcelona y tres operarios en Córdoba, Madrid y Fraga, evidencian la urgencia de adaptar las políticas públicas.
El Mediterráneo también sufre las consecuencias, con temperaturas marinas de 26°C, valores típicos de agosto. Este calentamiento prolongado amenaza la biodiversidad, con mortandades masivas de especies marinas. Javier Martín Vide, catedrático emérito de la Universidad de Barcelona, advierte: «Las olas de calor son ahora más frecuentes, intensas y tempranas, una señal inequívoca del cambio climático».
Un futuro más caliente
El IPCC alerta que cada medio grado adicional incrementa la frecuencia e intensidad de los fenómenos extremos. España, en la primera línea de esta crisis, debe reforzar sus estrategias de mitigación y adaptación. Las altas presiones persistentes y el aumento de la temperatura media base explican por qué estos episodios son cada vez más severos.
Mientras, la población más vulnerable, como ancianos y personas con enfermedades crónicas, enfrenta mayores riesgos, especialmente durante las noches sin descanso. La combinación de calor diurno y nocturno convierte esta ola en una emergencia de salud pública sin precedentes.